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martes, 2 de octubre de 2012

DEL ROMANCERO AL ROMANCE FLAMENCO. Romance de Gerineldo y del Conde Sol




   Este nuevo post lo dedicamos al ROMANCE, ejercicio de memorial popular y transmisión oral,  tesoro de la literatura popular española y el flamenco.

   El romance flamenco nace a partir del romance popular andaluz, donde a su vez, éste representa una forma más del romancero popular de la Edad Media existente en la Península Ibérica. Los romances populares andaluces se expresaban musicalmente tomando la entonación de las canciones y músicas que caracterizaban a dicha región y que, a su vez, tenían su origen en la diversidad de expresiones musicales de las personas que habían ido conviviendo en dicho marco territorial constituyendo el sedimento de la cultura musical andaluza. De ese romancero andaluz nacieron como tales los romances flamencos, que constituyen el origen de lo que conocemos como cante flamenco. Convirtiéndose en el fundamento de Caña, Debla, Martinete, Nana, Polo, Soleá, Toná, Saetas, ... Es un género poco interpretado tal vez por sus características melódicas repetitivas.

   También encontramos la denominación alternativa para los romances flamencos como corridos o corridas, dicha denominación se relaciona con la continuidad argumental de sus coplas que van de corrido o seguido.

   Características: 

- Su interpretación se suele realizar a ritmo de Bulería por Soleá. 

- Melodía en tonalidad modal.

- Temática: amor, misterio, venganza, aventuras.

-Versos octosílabos, riman los pares en asonancia quedando sueltos los impares.


   A continuación os dejamos algunos de los romances flamencos más conocidos y sus respectivas letras.

ROMANCE DE GERINELDO


-«Gerineldo, Gerineldo, 
el mi paje más querido,  
quisiera haberte esta noche 
en este jardín sombrío».
-«Como soy vuestro criado, 
señora, os burláis conmigo».
-«No me burlo, Gerineldo,
que de verdad te lo digo».
-«¿A qué hora, mi señora,
complir héis lo prometido?»
-«Entre las doce y la una,
que el rey estará dormido».
Tres vueltas da a su palacio
y otras tantas al castillo;
el calzado se quitó
y del buen rey no es sentido,
y viendo que todos duermen,
do posa la infanta ha ido.
La infanta, que oyera pasos,
de esta manera le dijo:
-«¿Quién a mi estancia se atreve
¿quién a tanto se ha atrevido?».
-«No vos turbéis, mi señora,
yo soy vuestro dulce amigo,
que acudo a vuestro mandado
humilde y favorecido».
Enilda le ase la mano
sin más celar su cariño:
cuidando que era su esposo
en el lecho se han metido,

y se hacen dulces halagos

como mujer y marido:

tantas caricias se hacen

y con tanto fuego vivo,
que al cansancio se rindieron
y al fin quedaron dormidos.
El alba salía apenas
a dar luz al campo amigo
cuando el rey quiere vestirse,
mas no encuentra sus vestidos:
-«Que llamen a Gerineldo,
el mi buen paje querido».
Unos dicen: «No está en casa».
Otros dicen: «No lo he visto».
Salta el buen rey de su lecho
y vistióse de proviso,
receloso de algún mal
que puede haberle venido:
al cuarto de Enilda entraba
y en su lecho halla dormidos
a su hija y a su paje
en estrecho abrazo unidos.
Pasmado quedó y parado
el buen rey muy pensativo,
pensándose qué hará
contra los dos atrevidos:
-«¿Mataré yo a Gerineldo,
al que cual hijo he querido?
Si yo matare la infanta,
mi reino tengo perdido!».
En tal estrecho, el buen rey,
para que fuese testigo,
puso la espada por medio
entre los dos atrevidos.
Hecho esto, se retira
del jardín a un bosquecillo.
Enilda al despertarse,
notando que estaba el filo
de la espada entre los dos,
dijo asustada a su amigo:
-«Levántate, Gerineldo,
levántate, dueño mío,
que del rey la fiera espada
entre los dos ha dormido».
-«¿Adónde iré, mi señora?
¿Adónde me iré, Dios mío?
¿Quién me librará de muerte,
de muerte que he merecido?».
-«No te asustes, Gerineldo,
que siempre estaré contigo:
márchate por los jardines,
que luego al punto te sigo».
Luego obedece a la infanta,
haciendo cuanto le ha dicho,
pero el rey, que está en acecho,
se le hace encontradizo:
-«¿Dónde vas, buen Gerineldo?
¿Cómo estás tan sin sentido?»
-«Paseaba estos jardines
para ver si han florecido,
y vi que una fresca rosa
el color ha deslucido».
-«Mientes, mientes, gerineldo,
que con Enilda has dormido».



ROMANCE DEL CONDE SOL




Grandes guerras se publican 
en la tierra y en el mar 
y al conde Sol le nombraron 
por capitán general.
La condesa, como es niña, 
no hacía sino llorar:
acaban de ser casados
y se tienen que apartar
-¿Cuántos días, cuántos meses,
piensas estar por allá ?

-Deja los meses, condesa,

por años debes contar ;

si a los tres años no vuelvo,

viuda te puedes llamar.
Pasan los tres y los cuatro,
pasan seis y pasan más,
y el conde Sol no volvía,
ni nuevas suyas fue a dar ;
ojos de la condesita 
no dejaban de llorar.
Un día estando a la mesa,
su padre la empieza a hablar :
-Deja el llanto, condesita, 
nueva vida tomarás ;
condes y duques te piden,
te debes, hija, casar.
-Carta en mi corazón tengo
de que el conde vivo está ;
no lo quiera Dios del cielo
que yo me vuelva a casar.
Dadme licencia, mi padre,
para salirle a encontrar.
La licencia tienes, hija,
mi bendición jamás.
Se retiró a su aposento,
llora que te llorarás ;
se quitó medias de seda,
de lana las fue a calzar ;
dejó zapatos de raso,
los puso de cordobán,
un brial de seda verde
que valía una ciudad,
y encima del brial puso
un hábito de sayal.
Esportilla de romera 
sobre el hombro se echó atrás,
cogió el bordón en la mano
y se fue a peregrinar.
Anduvo siete reinados,
morería y cristiandad ;
anduvo por mar y tierra,
no puede al conde encontrar.
Cansada va la romera
que ya no puede andar más ;
subió a un puerto, miró a un valle,
un castillo vio asomar.
-Si aquel castillo es de moros,
allí me cautivarán ;
mas si es de buenos cristianos,
ellos me han de remediar.
Y bajando unos pinares,
gran vacada fue a encontrar.
-Vaquerito, vaquerito,
por la Santa Trinidad,
que me niegues la mentira
y me digas la verdad :
¿de quién llevas tantas vacas
de un mismo hierro y señal ?
-Del conde Sol son, señora,
que en aquel castillo está.
_Vaquerito, vaquerito,
por la Santa Trinidad,
si el conde Sol es tu amo,
más te quiero preguntar :
¿cómo vive por acá ?
-De la guerra llegó rico,
mañana se va a casar ;
ya están muertas las gallinas,
ya está amasado el pan ;
muchas gentes convidadas
de lejos llegando van.
-Vaquerito, vaquerito, 
por la Santa Trinidad,
por el camino más corto
 me has de encaminar allá.
Jornada de todo un día
en medio la hubo de andar;
llegado ha frente al castillo,
al conde Sol fue a encontrar,
y arriba vio estar la novia
en un alto ventanal.
-Dame limosna, buen conde,
por Dios y su caridad.
-¡Oh qué ojos de romera,
en mi vida los vi tal !
-Sí los habrás visto, conde,
si en Sevilla estado has.
-¿La romera es de Sevilla ?
¿Qué se cuenta por allá ?
-Del conde Sol, mi señor,
poco bien y mucho mal.
Echó la mano al bolsillo,
un real de plata le da.
-Para tan grande señor
poca cosa es un real.
-Pues pide la romerica,
que lo que pida tendrá.
-Yo pido este anillo de oro
que en tu dedo chico está.
Abrióse de arriba abajo
el hábito de sayal.
-No me conoces, buen conde ?
Mira si conocerás
el brial de seda verde 
que me diste al desposar.
Al mirarla en aquel traje,
cayóse el conde hacia atrás ;
ni con agua ni con vino
no lo pueden recordar,
si no es con palabras dulces
que la romera le da.
La novia bajó llorando,
al ver al conde mortal,
y abrazado a la romera
se lo ha venido a encontrar.
-Malas mañas sacas, conde
no las podrás olvidar...
Mal haya la romerica,
quién te trajo por acá.
-No la maldiga ninguno 
que es mi mujer natural,
con ella vuelvo a mi tierra :
adiós señores quedad ;
que los amores primeros
son muy malos de olvidar.
Quédese con Dios la novia,
vestidica y sin casar,
que quien de lo ajeno viste
desnudo suele quedar.




* Os aconsejamos consultar la Magna Antología del Cante Flamenco donde encontraréis romances interpretados por otros cantaores como El Negro, además de los aquí citados. Juana y Alonso del Cepillo, Agujetas el Viejo, Vallejo o Pericón. *

2 comentarios:

Andrés Raya dijo...

1) El romance cantado como "bulerías por soleá" tiene toda la pinta de ser una de las acertadas creaciones de don Antonio Mairena. Por ello es el que se canta modernamente.
2) El romance de los viejos del Puerto tiene aires de petenera antigua.
3) Me inclino a pensar que lo que oyó Estébanez Calderón en Triana hacia 1838 no se parecería en nada, musicalmente hablando, a lo de Mairena, pero tal vez sí a los que se cantaba en los Puertos.
Ánimo, Ana, tu blog se va poniendo cada vez más interesante.

Ana Chacón dijo...

Pues seguramente sería así Andrés, los romances actuales no se parecerían mucho en su música a los antiguos, y no cabe duda que A. Mairena está presente en la forma de cantar el romance flamenco que conocemos, en muchas páginas webs que he consultado se muestra como figura más representativa de dicho estilo. Para la próxima entrada buscaremos más información sobre esto. Muchas gracias y saludos.